Una de las primeras irrupciones del humor en
la radio fue en forma de monólogos. Para
cortar con los bloques musicales, algunos
actores, como los hermanos Leopoldo y Tomás
Simari, preparaban soliloquios.
El poeta en decadencia. Tomás Simari
Pasada la década del veinte y gracias a la
popularidad del radioteatro, los monólogos se
convirtieron en conversaciones. Pepe Arias, en
programas de 15 minutos, representaba a un
abanico de personajes haciendo humor de
actualidad y de costumbres.
Pepe Arias
“El Goyo”
Niní Marshall era actriz y guionista. Hizo cine y
televisión en Argentina, México y España. Sus
personajes recreaban la idiosincrasia argentina
y se convirtieron en arquetipos de la
inmigración europea de comienzos del siglo
XX.
“Mi vida no es más que la de
una señora de su casa que se
hizo la graciosa. Así quiero que
me sientan y así quiero que me
recuerden”, decía Niní al evocar
sus momentos de oro.
Mónica Bedoya
Luis Sandrini trabajó en un circo como payaso
y luego hizo cine, teatro, TV y radio. Entre sus
películas cuenta con ¡Tango!, el primer film
sonoro de Argentina, junto a Pepe Arias y Tita
Merello en 1933.
“Felipe” por Luis Sandrini
Felipe, creación de Miguel Coronatto Paz, era
un entrañable antihéroe, porteño y tartamudo,
ingenuo y noble. Sandrini decía que Felipe era
“un representante del hombre común, que
cuenta lo que le impresiona. No envejece
porque es un observador de la realidad. Y la
realidad es permanente cambio”. Su éxito fue
tan grande que no solo estuvo innumerables
temporadas en la radio, sino que también llegó
a la televisión.
Entre sus partenaires más aclamados se
encontraron Juan Carlos Thorry, Julio César
Barton, Antonio Carrizo y Jorge Fontana.
“Felipe” por Luis Sandrini con
Juan Carlos Thorry
Wimpi y el tipo.
Desde Uruguay, Arthur García Nuñez llegó a
Buenos Aires para estudiar Derecho tras un
intento fallido de estudiar Letras, pero la radio
frustró ese plan.
Durante la década de los cuarenta hasta su
prematura muerte en 1956, “Wimpi” fue
guionista de muchos de los éxitos de ese
momento. Sus cuentos, leídos por él, solían
repetir la figura de “el tipo”, un hombre común
que se enfrentaba a las vicisitudes de la vida
cotidiana.
Pinocho, el imitador imparable.
Otro uruguayo que triunfó en los cuarenta fue
Juan Carlos Mareco, imitador y humorista. Su
programa “Pinocho” contaba con guiones de
Wimpi, quien le dió su apodo y le dijo “Vamos a
hacer de cuenta que a ese muñeco de madera
le ponemos el alma robada a una calandria, un
pájaro que no tiene canto propio y que canta
imitando tonos ajenos”.
Una de las primeras irrupciones
del humor en la radio fue en
forma de monólogos. Para cortar
con los bloques musicales,
algunos actores, como los
hermanos Leopoldo y Tomás
Simari, preparaban soliloquios.
Presentación de “Los Grandes
del Buen Humor”.
El poeta en decadencia. Tomás Simari
Esta forma se hizo tradición y
figuras como Wimpi dejarían una
marca en el género. Todavía hoy
podemos escuchar cuentos y
monólogos en los programas.
Hernán Casciari es un ejemplo
de esto.
Pasada la década del veinte y
gracias a la popularidad del
radioteatro, los monólogos se
convirtieron en conversaciones.
Pepe Arias, en programas de 15
minutos, representaba a un
abanico de personajes haciendo
humor de actualidad y de
costumbres.
Algunos personajes como “Catita”, interpretado por Niní Marshall o “Felipe”, por Luis Sandrini, se harían un lugar entre el público y se volverían emblemas del humor radial.
Niní Marshall era actriz y guionista. Hizo cine y televisión en Argentina, México y España. Sus personajes recreaban la idiosincrasia argentina y se convirtieron en arquetipos de la inmigración europea de comienzos del siglo XX.
“Catita” por Niní Marshall
Mónica Bedoya
“Mi vida no es más que la de una señora de su casa que se hizo la graciosa. Así quiero que me sientan y así quiero que me recuerden”, decía Niní al evocar sus momentos de oro.
Luis Sandrini trabajó en un circo como payaso y luego hizo cine, teatro, TV y radio. Entre sus películas cuenta con ¡Tango!, el primer film sonoro de Argentina, junto a Pepe Arias y Tita Merello en 1933.
“Felipe” por Luis Sandrini
Felipe, creación de Miguel
Coronatto Paz, era un
entrañable antihéroe, porteño y
tartamudo, ingenuo y noble.
Sandrini decía que Felipe era
“un representante del hombre
común, que cuenta lo que le
impresiona. No envejece porque
es un observador de la realidad.
Y la realidad es permanente
cambio”. Su éxito fue tan grande
que no solo estuvo innumerables
temporadas en la radio, sino que
también llegó a la televisión.
Entre sus partenaires más aclamados se encontraron Juan Carlos Thorry, Julio César Barton, Antonio Carrizo y Jorge Fontana.
Desde Uruguay, Arthur García Nuñez llegó a Buenos Aires para estudiar Derecho tras un intento fallido de estudiar Letras, pero la radio frustró ese plan.
Wimpi y el tipo.
Durante la década de los cuarenta hasta su prematura muerte en 1956, “Wimpi” fue guionista de muchos de los éxitos de ese momento. Sus cuentos, leídos por él, solían repetir la figura de “el tipo”, un hombre común que se enfrentaba a las vicisitudes de la vida cotidiana.
Juan Carlos Mareco como “Pinocho”.
LR1. 1954
Pinocho, el imitador imparable.
Otro uruguayo que triunfó en los cuarenta fue Juan Carlos Mareco, imitador y humorista. Su programa “Pinocho” contaba con guiones de Wimpi, quien le dió su apodo y le dijo “Vamos a hacer de cuenta que a ese muñeco de madera le ponemos el alma robada a una calandria, un pájaro que no tiene canto propio y que canta imitando tonos ajenos”.